viernes, 20 de julio de 2012

                                                                     EN EL CAMINO


Y en el camino
la llamarada invencible,
los pies descarnados,
las manos despiadadas,
los ojos aterrados de acero
como luz oscura de la muerte
sabiéndose meta inentendible.
Mas este paréntesis de alondras
por donde las aguas turbias se enderezan
o tuercen su andar ladino,
estos signos hechos de sueños,
de dolores carbonizados,
de afectados actos amorosos,
de prole que mañana nos denostan,
todas estas cosas y mas
que los mortales han dado en llamar vida
agitan mi almanaque sin reposo.
Entre ese camino y el final
muchas son las puertas que se abren
tantas las luces que se apagan
infinitos los libros que se pierden
en promesas de tontos inmigrantes
de ávidos recolectores de cenizas
de mágicas polvaredas veraniegas
que marcan cada día cuando andamos,
cicatrices que son únicas
en el espíritu conservador o aventurero
y al terminar la existencia nada valen
aunque mucho sea lo que reniegas.
Pero hoy me tomo un respiro,
no contaré en forma consecutiva,
no alienaré las letras del alfabeto,
no intentaré entender lo incomprensible,
dejaré que la lluvia moje mis costillas,
en tanto penetraré despaciosamente
las franjas que hacen que se rebalsen mis vasos
del vino de las alegrías efímeras
o los cristales de las vivencias duraderas
y junto a ese respiro cae tu nombre
como lluvia novedosa
que viene a empapar mis fibras desangradas
en el tumulto que avasalla mi existencia entera.
Sigo el camino
con el rosario de tu nombre entre mis manos…

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