He apresado el todo
en los vagos fragmentos de la nada,
esa nada que es origen,
causal de lo mínimo o lo vasto,
de esas noches que tiritan de frio
de la llegada del mar aupado en olas,
cuando el azar decide el destino de mi boca
la que intenta enderezarse hacia una esquina,
el azar, la suerte,
pizcas concluyentes en este sino
que se entromete entre las opciones,
en el áspero sendero del libre albedrio
allí donde elegí entre tus
manos
si la alborada seria nueva
o repetida,
ahí donde
exhale un suspiro de humo seco
que presagiaba compartir la
vida
siempre al borde de alguna
despedida,
pensar si extrañaría tus
bragas transparentes
o los valores ilusoriamente
similares,
en tanto las aves dibujan
en el tejado sus hipótesis,
nada de lo humano me es
ajeno dicen los jilgueros,
quizás sea sabio aprender a
retrasarme de mis propias huellas
alejarse, oírlas latir
desde la lejanía
como cuando duermes,
felina desnuda de mentiras
cuyas verdades, de
haberlas, golpean los cristales
magullan los reflejos
eternos de mis espejos
veo en los contornos de tus
ojos cerrados
como golpea la sombra de
esta indiferencia
me doy cuenta que no hay
totalidad
sino momentos que aparentan
plenos
o instantes que me sumergen
en el desasosiego
como las palabras borrachas
de sentido
en este ámbito sigiloso de
misterio
vas despertándote extendiendo
tu lascivia
y dices que soñabas la
importancia de no haberme perdido,
lastimosamente yo ya me había
marchado…
Roberto Brindisi
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