lunes, 13 de marzo de 2017

QUERER CREER


No hay días
si el tiempo ha muerto
ni minutos u horas
en esta eternidad desangelada
las aves picotean sus alas
luego de devorarse el vuelo,
las alas grisáceas de mi ceguera
hacen nidos en el centro de los miedos
pierdo la soledad en este infierno
en las llamas descompuestas de humareda
en el silencio de este espacio construido
por millones de miradas indiscretas
por palabras que me hablan de tu ausencia
o por el silencio que carcome la cara y las manos
de ese pasado que quedo a la vuelta de la esquina
en el paisaje de una ciudad desolada de afecto
la misma que se devoro mis amores con nombre de mujer
tremendo huracán de sentimientos
que se engullo el océano de indiferencia postergada
horrible sensación de angustia postreras
que puede reparar tu ropa esparcida por mi suelo
tus caricias desembocada en mi piel
el susurro de tus vocablos en mi oído esclavo
quizás escuche el taconeo de tu llegada
los pasos sensuales en mis baldosas encontradas
ese conjunto de elementos abren mi presente
como si un libro de hojas quemadas por poesías
labrarán el acta de un destino posible
de un futuro que estaba prisionero en el pasado
hay hojas que se mecen en muchas sequedades
como humedades que manchan otros mares
hay vida aun en la agonía de varios anocheceres
puedo arroparme con la violencia de tus desnudo
como amarte con la indiferencia de mi finitud
en este campo de besos intercambiados
puedo llenar nuestras bocas de promesas mudas
enseñarte a vivir en los muros de mi laberinto
perder los hilos delgados de nuestra libertad
si recompongo parte de mi desmoronada compasión
en las ásperas alboradas de mi recinto.
Roberto Brindisi  


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