domingo, 21 de octubre de 2012


LAS PALABRAS Y EL AMOR



Quizás como poeta
le adeude a las palabras
la sorpresa de parir pájaros migrantes,
en una celebración que cuelga del  asombro
como la vida mia que cultivo gruesos destierros
para que a la muerte no le quedan soledades,
espantada por las palabras nacidas con la vida
y despojada de estrofas como escombros
o de rimas que humedecen las vocales.
Tal vez la poesía mía no tenga mucho
porque para saberlo  hay que desnudarla
apropiarse de su centro
teniendo un lugar para protegerla,
asi es que entiendo que para poseer a una rosa
tendría que desvestir sus pétalos
apropiarme de su la densidad de su aroma
mas mis manos de hombre son palmas siempre vacías
dándome por tarea amar y escribir desde los huecos
desde los limites de bellos puntos y alguna coma.
Poeta al fin
le dije a mi amada en esta noche emancipada
que aunque perdiera yo mi nombre,
pareciendo que no respondo a su llamado,
volveria siempre al lugar en que ella lo pronunciara.
Como poeta
 en el naufragio terminal de mis asuntos
sentenciado a olvidarlo casi todo
he pedido se me exima de no recordar su rostro
o las formas tentadoras de cada madrugada
en nuestro espacio donde la luz no alumbra
cuando suelen hacerlo las mas sensuales formas
la mas flamígera espada de unas brumas
donde imaginamos una lámpara de piel hasta encenderla
y su continente vital que no retiene normas.
En las alboradas de bardo nostalgioso
suelo creer que lo visible es la sombra de lo esencial
que tus besos son  golondrinas húmedas en mi estación
donde llegar con los ojos abiertos a la mirada terminal,
como un estandarte que no se mancilla,
aunque los parpados abiertos tengan que cerrar muchas cosas
como las heridas del encuentro amoroso en el aliento  final.
Puedo como bardo embriagado
convencerme de mis nocturnas pesadillas
sentenciar desde el fondo de un tintero
desde la lumbrera de mi demencia
que cada estrofa que ilumino
es el peldaño  de este amor postrero.

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