En este
espacio
no hay
aliento presente
solo
quedan pétalos como balas
de rosas
mustias añejadas
solo el
quejido de un gato dibujado
en la
pared de mi espejo
en la
luna de mi piso desflorado
el que
aun extraña las desnudas pisadas
que
transitan en horas antiguas
las
parroquias de algunas madrugadas
solo el
olor a alcohol desvencijado
de
tabernas nocturnas lacrimógenas
solo
queda o solo espera…
aun mi
pluma no lo sabe
ella hace
semanas dejo de disparar
versos
incendiarios
vocablos
tentadores
palabras cadavéricas
párrafos de
lujuria extemporánea
mi pluma
y mi mano saben
que no
hay nada mejor que descorrer la sabana
de un
lecho que mil veces perdió su virginidad
nada hay
como saborear vorazmente
las
partes que una hembra entrega
como en
viejo tablero de ajedrez
sabiendo
que tomara las piezas claves
porque
las manos femeninas abastecen labios
bocas
humedecidas de extenso placer
ignoran
si serán retratadas en algún papel
se valen
de la sabiduría de unos tajos humedecidos
absorbentes
y atractivos
tajos que
lejos de ser herida son balsamos
lugares
que como trincheras
esperan
se sumerjan los soldados de mis manos
la lengua
afilada de mi deseo
la dureza
de un enunciado de mi hombría
sin
pereza alguna
sin
piedad por los rugidos de esos clamores
entiendo
que en otro nombre
en una
silueta semejante a tantas otras
vendrás a
complacer la bruma de mi destino
afilaras
las astillas de mi silencio
enterraras
la pesada hipoteca de mi soledad
dejaras
que sonrían las babas de mis demonios
y
danzaras con tus curvas despellejadas
como
enajenada criatura
en lo que
sobra de esta noche oscura
con las
primeras gotas de una alborada
lloraras
en silencio la despedida de la angustia
volverás
a sentir el tiempo extinguido
ese que
se robó las horas de una falsa alegría
y en ese mismísimo
sitio
entre
complicidad de almas perdidas
los dos
finalmente recuperaremos el olvido.
Roberto
Brindisi
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