sábado, 28 de octubre de 2017

UN LUGAR , UN MOMENTO


Una puerta
a las cuatro de la tarde
un gorrión herido
en su grisácea existencia
unas alas levantadas desde el suelo
dices que de ángeles caídos
poco probable en esta ciudad abandonada
de fe, de amores y de expectativa
la plaza atestada de miradas
las palabras se mecen solitarias
han perdido la nave de un poema
en la arena unas pasiones novedosas
buscan quien las recoja depositándolas en mi almohada
como tu piel en cada mañana
como tus pupilas en cada anochecer
volviéndose serenas desde tanta oscuridad
se ha extraviado el olvido
en algunas de las esquinas de ignorancia
se ha perdido el último de los recuerdos
en estas veredas de pedregullos pardos
retornaron los lobos hambrientos de la noche
acechan los sueños de nuestra inocencia
se sobradamente que son espectros de mis pesadillas
no aullaran a la muerte solo son figuras
ni se inmutan los grillos que resuenan en este instante
solo la bruma, el abismo, la vigilia de un vacío
pueden sosegar los vientos de la demencia
creer que el cielo se agrieto por mis ausencias
o que el universo se expande en  mis sentidos
no se dirime allí el futuro de mis delirios
hay un lecho de sabanas nuevas que esperan
están los nombres novedosos de mujer
que las habitan con deliciosa premura
es que unos postigos antiguos
en las primeras horas de la alborada inalterable
no contendrán la furia de los amores plenos
solo serán un paréntesis pasajero
frente a las fruiciones en marchas inenarrables.
Roberto Brindisi  


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