viernes, 6 de mayo de 2011
HAY MIRADAS ANTES QUE LA NADA...
Hay miradas
Devoradoras,
Como esas que carcomen
La margen izquierda del Rio de la Plata,
Que penetran en el ojo de buey de algún carguero,
Hay miradas si,
Que llenan con mi vida el vacio de la muerte,
Arrancando las espinas del rosal marchito,
Que llenan de palabras el espiral de los aplausos,
Descorriendo el velo de la respiración piadosa,
De una caridad desmotivada junto a un amor en reparación,
Hasta que mi cardenal decide emprender vuelo,
Desde la ausencia más espaciosa de la resignación.
Hay miradas
De animales salvajes, depredadores
Que vestidos de humanos con alocadas pretensiones,
Van desgarrando con sus colmillos afilados
Los sentimientos inocuos de los hombres inocentes,
De mujeres despintadas para morir de pie,
Ante la crueldad de los señores con miedo de su pasado.
Hay miradas
Como la de tus verdes ojos,
Que se suceden con la rapidez de la exhalación,
Que no dan tiempo para encontrarse en la llovizna
Detrás de un albergue transitorio de mala muerte,
Vaya entonces con la suerte
De perder el miedo a la sombría soledad,
Esa que desfila los 9 de julio por la plaza mayor
Cuando la victoria paga prostitutas ilustradas,
Allí van como marionetas los surrealistas,
Los soldados de las rebeliones de fruslerías
Moradores de antros lujuriosos y de inquilinatos,
Y mientras tanto el mundo no se detiene
Y hay miradas
Sobre tus senos, sobre la negrura de tus aureolas
Atornilladas en punta con los pezones,
A unas camisas de seda o raso,
Destino de besos encolumnados
Buscando los montes pélvicos virginales
O ingresar por las renovadas mezquitas
Por las exiguas entradas traseras que revistiera al Corán,
Dices que muchas de estas cosas adoraran
Los sicarios de cuanta virgen aparece en la oscuridad
Hay miradas
Entre nosotros si las hay,
Miradas que invitan a la lectura de la mano,
A la que indaga en la borra del café,
La que descubre la existencia en las cartas del tarot,
Hay tantas lecturas como deseos propagados,
Como vuelo rapaz hacen las tropas de mis pájaros,
Sobre el desierto tiznado por el viento de los siglos,
En ese oasis apartado, ay mi Santa María de los lujuriosos,
Madre tierna que devoras las miradas,
Sin más palabras que tus manos apretadas
Al contundente confesionario de este libro
El que escribimos en poesía cuando aun era la nada.
Hay miradas antes que la nada…
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