jueves, 26 de marzo de 2015

EL AGUA PUEDE ARDER


Jure decirte todo
no mentirte en lo absoluto
te vas convenciendo de a poco
que el infierno derrama agua
no hay noche más ardiente
que aquella en que los arroyos emerjan de tus tajos
es por esos canales que supe entenderlo todo
que hasta mi lengua se descompuso en gotas
como un gondolero desquiciado
supe que debía andar perdido e incesante
fueron tus labios líquidos con sus ríos
los que agitaron la ignición de mis demonios
fueron esos senos erguidos
los que despertaron las figuras terracotas de mis ladridos
ahora que vas comprendiendo que somos esto
se que la verdad impostada poco te interesa
escucharas como rugen los jilgueros
tras la ventana de este cuarto ensombrecido
tu ojos vendados quieren mirar la lujuria
desde el interior de tus entrañas en ruego
tus manos atadas al respaldar de mi vida
parecen querer rezar un padre nuestro
pero ese mar que nos carboniza en este juego
no tiene otro destino que ser una llaga herida
la soledad de nuestros poros se hacen superficie
en las fronteras de tu silueta inquieta
ver arder la pradera inmensa del deseo
no alcanza dimensión humana
solo reservado para una boca en vela
para una imagen construida de gemidos
desde el anochecer hasta lo claro de la semana
todo se inundara de besos convertido en letras
todo no será más que expresión en unas líneas
es que un océano voluptuoso suele caber
en los fragmentos destilados de una poesía
en las olas perpetuas de unas sábanas desnudas
donde aprendiste el inmenso oficio de ser mujer.
Roberto Brindisi


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