martes, 24 de agosto de 2010

ASI CAYO...

Cayo


Como una espada gelida

Esas que te hieren hasta desangrarte

Filosa

Penetrante

En una noche nueva

En un lecho añejo

Y en su caida

Se desbandan los pajaros rojizos

Que hacen nido entre mis dedos

Como una daga inmensa

Asi se introdujo

Entre las carnes

Que desesperan por abrirse

Por morir una vez más entre los bordes

Sabiendo de lo inaccesible

Que se hace a veces

Surcar cada arroyo naciente

Cada madrugada en ciernes

Con las prendas desgarradas

Como las almejas muertas de esta playa

En las que se desatara la colera final

La que inhibe el canto de las aves

La que retrasa la apariciòn de la primavera

Y perpetúa casi eternamente

El frio sangriento de este invierno.

Asi cayó este florete

Con suma precisiòn

En el centro mismo del desamparo

Donde se pierde el eje de la sinrazon

Donde la cordura pretende ganar esta batalla

Consumiendose en la soledad que nos trastorna,

Heredad de guijarro ardiente,

De raicillas escarchadas y sedientas

Entre mis simientes extraviadas, inflama;

prende dentro del soplo hueco,

fogón incorpóreo y puro;

incinera como carboniza el tiempo,

como transita el tiempo entre la expiración,

con sus idénticas huellas y su hálito;

prende como el yermo que te engulle,

incinera en ti mismo, arrojo sin flama,

aislamiento sin icono, ansia sin bocas.

Para concluir con todo,

concavo mundo seco,

para finalizar con lo indiviso

Asi cayó

Para luego levantarse

Entrando en la última morada

Espada que como mujer

Te entregas desprendida

Cuando sangras de amor tan arrobada

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