sábado, 11 de agosto de 2012


                                                          EL TIEMPO Y LA PALABRA
       
El tiempo
medido en versos
es tiempo que no se pierde
sino punto de partida
para una aventura nueva,
la de crear un mundo imposible
hecho de rosas blandas
estaciones con relojes tardos
y pájaros de plumas invisibles.
Sé de lo que escribo
porque pague con horas,
con multitud de días,
arrebatados a la furia,
el despojarme de las sandalias
de vocales esmeriladas,
hasta atravesar raudamente
el férvido desierto
y ver la planta de mis sueños
creciendo febril en cada alborada.
Tiempo
creo que avanzas raudo
o retrocedes en oleajes de bajamar,
inundas con crudeza mis veredas
esas de baldosas terracotas,
testigo de un mar subterráneo
mientras que en el médano de mi lecho
hago el amor con mi fémina
con nuestros extremos como enredaderas
y mi boca en la abundancia de su pecho.
También es tiempo
este día ventoso de agosto
en el que no deslice la pluma
por un papel que me esperaba,
quería sentir la tosca brisa
del color tenaz de la palabra,
del verbo que habla de mi vida
o que ajusticia la pena de la finitud
en que mis besos se enlazan a los suyos,
labios que son poemas tácitos
garuando dócil sobre mi antigua quietud.
Palabra has retornado
a decir de mis extravíos,
de mis noches de oscuridad
en los bordes finos de tu silueta,
en la fina densidad de un adjetivo
carente de toda prolijidad
por eso tiempo te pido
dejes que riegue mis palabras
que el silencio se troqué melodía
en una poesía que mencione que no la olvido
mientras disfruto de sus alegrias.

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