sábado, 11 de agosto de 2012

LA MÁXIMA HEREJÍA
Un rostro
que ya no recuerdo
abandonó el limite de mi memoria,
ayer tenia nombre,
tenia historia,
tenia peso doloroso,
al menos eso creo
porque hasta mi creencia se evaporó
porque otro talante me atrae,
me enamora
perdidamente,
en un alocado despliegue de guirnaldas,
invisibles para otros,
venerables para mi.
En el combate de las sombras
con nubes que son difusas,
tal vez confusas,
di lo que tenía,
ahora tengo para dar lo que me pida,
mis años de madura juventud,
mis deseos eróticos renovados
como el vuelo de aves otoñales,
los años que nunca me quitaron,
afortunadamente me quede con esta vida
sin perderme tras cada rostro que se fue
ni morir al no tener señales.
Hoy soy deseo puro,
sed sin desenlace,
separado del acto de beber,
de saciar
mezclándome con los poros de su cuerpo
en ese cielo ausente,
en la absoluta negación de vestimenta,
descubriendo la intemperie de cada uno
con una superficie diferente
penetrando en los huecos que atormentan.
Se ha perdido el agua en bloque
partida en múltiples arroyos consentidos,
por donde avanzan las canoas
de nuestros desatinos,
de estos fuegos,
que son incendios que consumen la memoria,
arrasando con las penas y aflicciones
sabiendo que escribir es darle sentido a lo sufrido,
que entregarse al amor carnal
es abocetar mi próxima poesía,
hemos sufrido tanto que ya prescribió la muerte
empieza a amanecer en esta noche
de lo prohibido la máxima herejía.

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