viernes, 28 de septiembre de 2012



DETENER LA CUENTA

He dejado de contar
las múltiples muertes precedentes
esas de sórdidas cantinas
cuando con los ojos cerrados
abría la comisura de mi boca
y con una lava babeante salivaba a la gente.
He pensado
que la vida no vivida debe ser interesante,
sabrá a noches enterradas en bebidas
a la cobardía de hablar desde el silencio,
esa vida nace al caer la noche
cuando pensar en redondeles
suele ser tan denigrante.
La calle
en mi andar deja de ser acera,
es una bandada de pájaros heridos en sus alas
concientes de que en mi oscuridad
no entra ningún sol
en esta incontable borrachera.
Como construir un pedazo de cielo
en este lodazal que es el pasado
donde el pasillo es tan estrecho,
los bordes de la desmemoria tan filosos
como la lengua de mi amante
cuando lame las gotas de mi pecho.
Se que alguna vez yo fui ventana
fui puerta de iglesia desmantelada
fui quien reivindico a Judas y Caín
de las mentiras de una religión farsante
adherí a creer que Maria Magdalena
fue tan puta como cualquier esposa
o fue tan santa como la que mas
como la que abusa de mi cama en la alborada
en este recorrido de viernes color rosa.
Puedo sentir
la resaca de amores inconclusos
abandonados en el alcohol de estos vasos,
filo de acero o vidrio esmerilado
con esas manos de domador de tempestades
de sobreviviente a las adicciones de mi alma
con esas garras de monstruo desatado
rasguñe cada punto de tu piel recalentada
abrí curioso los tajos de tu escritura
y me zambullí en las aguas de tu deseo sin calma.
La muerte me ha dejado atrás
tu sexo me dispensa un rosario de resarcimientos
las capas de cristal de mis espejos
van llegando hasta su centro virginal
y miro el libro no escrito de mi vida
adeudándole al tiempo
la poesía de mis dominantes sentimientos.  



  


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