miércoles, 29 de abril de 2015

DOS MOMENTOS


No sueles pedir,
imploras,
quieres que la yema ardiente
de mis dedos te profanen
se hundan en la profundidad de este paraíso,
sin dioses
que escarben la mina dorada de tu dorso
y luego el fin del mundo
del sexo
del placer
de lo que ya no tiene palabras que lo designe,
ahora la crueldad del instante seco
del silencio cargado de nada
de momentos sin misterios
de flores que parecen y son flores
lo imaginario, lo fantasioso
abandonó esta nave de sabanas
de arrugas milenarias de esta noche
dejo sin brillo el suelo de baldosas
quedo extenuado el frente de mi espejo
el cielo dejo de arquearse para ver de cerca
las babas que emergían de las paredes
se secaron con la llegada de un sol nuevo
lo fantástico murió sin santa sepultura
el árbol de mi vereda da la hora
es tiempo de regar las calles de esta ciudad
de sacarle lustre a las mesas de los cafetines
mientras te recuerdo deslizándote
estampando cada poro sobre los míos
se incendia mi mañana pensando en tus curvas
en esa figura geométrica hecha de puntos
de segmentos,
tangentes
y siento como se humedece el cielo
por la envidia de los astros de la nocturnidad
es que el poderío de una hembra insaciable
es tan arrasador como la potencia del amor
destroza inclemente
toma posesión de los milagros
se hace ave de rapiña en la oscuridad
en las esquinas deliciosas de la carne
a las que carcome con paciencia infinita
todo se torna un inmenso baldio
hasta el retorno de tu humanidad.
Roberto Brindisi


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