miércoles, 10 de junio de 2009

EL SILENCIO DE MI PALABRA


Detengo la palabra
Un instante antes del labio
Un segundo precedente a la partida
En un ínfimo lapso acallando lo sabio

Me convenzo de mi silencio
Cuando hablo con otra gente
Mi mudez me parece un bullicio
En tanto desolado con la necesidad urgente.

Mi sordina hace piruetas en las calles,
En las plazas, los bares y en tu lecho
Tanto callar, buscando una vocal, una consonante
Un sustantivo, un suspiro de letras y de signos
Para recorrer mansamente las costas de tu cuerpo,
De tus henchidos senos de hembra codiciosa
Que se devora los jugos y los juegos.

Palabra hallada que no termina de definir tu boca,
Tus labios, lo que ellos hacen y deshacen.
Un signo, que una vez acertado
Se coloque en el centro de tu vientre
Como dedos que se juntan suavemente
Cerrándose sobre el plumaje de tu alondra.

Mi silencio perforado, por símbolos, códigos
Tejen tu cuerpo detenido, extendido, sumido
En un páramo en llama con lluvia como para mojarte
Que se escurre por la rendija de tus ojos lascivos
A los que cubro con la saliva de mis nubes
Y te descubro las sensuales piernas en lento movimiento
Usando metáforas bajo la que subyacen los tabúes
De capas de memoria de gente olvidadiza,
Olvidada, olvidable, sin rescate en esta noche lujuriosa
Y sigo buscando y buscándote en las palabras que defino.
Quizás no me comprendan ni me comprendas
Mujer forajida de amores extranjeros.

Eso que es un silencio diferente
Que es un silencio escuchado
Incomprensiblemente atropellado
Por innecesario, por quejidos femeninos
Ese silencio es como una rueda rota
Que te recorre curioso de punta a punta
Hembra que me perteneces y que no
Siendo señora y puta todo junta
Que te entregas y te resguardas en un tiempo,
En la época en que te expandes y también te acotas.

Mi silencio y su sombra,
La palabra, las palabras
No se paralizara aun cuando mueras
Si no es extenso el tiempo de una mirada
Es prolongado mi deseo, el que labras
Como es eterna esta ultima madrugada.

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