El tiempo,
Mi abstracta y eterna testarudez,
El tiempo es esa mancha
Que se presenta en el abismo de la vida,
Es un inmenso lienzo despintado,
Es un cúmulo de pestañas de mujer,
Es la memoria de mis alegres decepciones,
También lo que calla tu mirada perdida.
El tiempo
Gobierna mi eterna anarquía,
Con un cielo de leones enjaulados,
Y frente a la locura de mi ventana
Veo la calle de las faldas enajenadas,
Por donde tu cuerpo suele andar
Sin saber la hora de asomarme,
Sin minutos en la aguja de mi reloj
Que no te recuerden,
Que no se sumerjan en la noche anterior,
Espiando como pueden conjugar
Tiempo, espacio y sensualidad
En los juegos de un silencio superior.
El tiempo,
Me acompaña desde antes de ser parido,
Sabe que hemos dejado asuntos pendientes,
Sin que ninguno de los dos reclame,
Así ha sido,
Así es y será,
Como agujas de ceras inclinadas
Promiscuamente por el viento,
Cuando me pongo a pensar y a sentir
Lo cual no siempre es tristeza abandonada.
El tiempo,
Venerable sepulturero,
Pero permisivo componedor
De mis momentos más felices,
Los de múltiples auroras,
Especiales,
Arrasadoras,
De columpios circulares,
O de cometas con tus ojos como cola,
Y tus poros disponiendo el hilo del remonte
Hacia la cavidad celestial azulada,
Donde ingreso sin permiso,
Solo expulsado en el cenit de la petite mort,
Vale bien un túnel de rosas,
El concierto de tu voz apagada en madrugada
Tiempo
Me has enseñado que buscamos siempre el absoluto
Y no encontramos sino cosas,
Me alegra tanto haberlo hecho con el amor
Dejando la vacía plenitud de disoluto.
Tiempo,
¿Quien se llevara a quien?
miércoles, 30 de noviembre de 2011
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