jueves, 12 de mayo de 2016

EN EL BORDE DE LA TRISTEZA


Indefensa
durante  el atardecer de una cala mustia
allí estaba ella
la responsable de mis sueños atrevidos
la inductora de las más amargas pesadillas
la vi parada en diagonal a mi ceguera
pálida hasta el cansancio
sin palabras como si se le hubieran escapado
ella la que inspiro los poemas ardientes
la que incendio mis anocheceres de mayo
como una imagen a punto de esfumarse
estaba en el rincón de mi memoria
sé que le debo alguna orquídea prometida
dibujada en la pared del cuarto
reflejada sobre la pared que la observaba
desnuda
aterida
cargando tanto frio de abandonos
que solo sonrió cuando le regale mis manos
ella hizo canciones del silencio
tejió los ropajes de mis soledades
quiso curar mis heridas con sus llagas
lentamente me entrego su esencia descascarada
hurgo entre los intersticios de mis terrores
beso suavemente cada amanecer de mi vigilia
hasta que una mañana la trago la luz
o la oscuridad de sus vivencias
no lo se
busque en el interior de mis cajones
mire reiteradamente en la opacidad de mi espejo
camine por las baldosas que contuvieron sus prendas
solo el sudor temeroso de su pisada
me indico que ya no regresaría
si es que alguna vez estuvo presente
mi retina repite una imagen borrosa
la de su piel evanescente
mi único testimonio de su existencia
es un poema que la rescata en el filo de las rosas
su aroma es una metáfora urgente.

Roberto Brindisi

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