martes, 31 de mayo de 2016

HA DE SER...


Recuerdo
que ayer casi te conozco
no sé si fue tu mirada en mi pecho
tus pestañas en vuelo libre
o las curvas de tu cuerpo
taladrándome infinitamente la vista
recuerdo
que luego fuimos incendio voraz
en las sabanas de tu lecho
con la almohada elevando oraciones
tus dedos frágiles un arma desencajada
y no te vi irte
para olvidarte pronto
ahora que penetras en mis resquicios
sin permiso
atrevida
cuando el timbre suena contigo adentro
me doy cuenta que fui a buscarte
que estoy mirando tu techo despintado
con tu cabeza apoyada en mi poesía
eres una estrofa ardiente
una metáfora que se corre extensamente
por la planicie de una hoja penitente
hoy no cantaran los jilgueros
hay huelga de agua fría
solo el sudor de nuestras países en guerra
consumen el líquido de tus tajos
de tu boca
de los lacrimales de tus ojos
por un orificio veo como me marcho
prometí volver cuando yo ya no estuviera
serme infiel conmigo mismo
y tu amante del mismo hombre que no imaginas
haces café de media tarde
tu algazara de felicidad presente
es el testigo de momentos posteriores
solo el azar será quien lo devele
en tanto me esfuerzo porque te guste
como suena el violín de los infiernos
aprendi a tocarlo en un bar de los suburbios
entre botella y botella
cuando la noche hermana desgracias
y pesares propios con los ajenos
entre monedas falsas hice sonar el piano
gane el aplauso de varios borrachos y putas a deshora
hoy
a la distancia
sin saber si te conozco o es mentiras
de una mente afiebrada por estos versos
miro la espuma del mar
contando las sombras con extremada ansia.
Roberto Brindisi






TIEMPO SIN DUEÑO


Mis momentos
se construyen en las sombras,
en ese espacio difuso                            
en que la soledad se acurruca
sin un trozo de mar que los delimite,
cuando unos besos de mujer en celo
lo marquen de estridente erotismo,
pero esos instantes,                                             
dementes por si acaso,                                       
con la razón de saberse perdidos,
se entrelazan entre senos imaginarios,                                                                      
entre violencia inerte,
en el hambre furioso de la justicia,
en los recuerdos de vulvas fogosas,
de unos malnutridos acercándose a la poesía,
allí asoma la evocación de los enfermos incurables
en su ceguera estéril de no querer ver,
de no querer oír,
de hablar con palabras vacías,
son lapsos que llegan por azar
como este día martes de final de mes,
como tu silueta desnuda en mi tela,
suma de minutos en que tu boca ávida
pide ser escuchada por mis poros salinos,
quiere ser sudor de saliva lujuriosa
y en esos momentos me disocio
encierro mi razón en un armario
bebo de sus arroyos con fruición
me encaramo hasta el monte de los olivos
comprendo vagamente la pasión de Cristo
sé que el agua es fuego bravío
que invertido regresa hasta mi sueño
donde un viento plagado de miserias                                                                                                                   
me devuelve los poemas extraviados  
por eso creo que el tiempo no tiene dueño
mas tu mirada perdida entre mis dedos
reclama una entrega en un mes ya mutilado.
Roberto Brindisi





COMO UNA GOTA


Admiro las gotas
las que se cuentan
las que caen hasta partirse
las que humedecen tristemente
estallando como una mañana de amor
en la lejana morada
de un hotel de mala muerte
en el arrabal de algún lugar de Buenos Aires
esas gotas dementes
que conocen de antemano su desintegración
van a la locura
como voy al amor por siempre
aunque sé que solo son fracciones
que constituyen la matemática de la vida
las perdidas astillas de mi piel primera
la dureza de los recuerdos sin resolver
cada día mi poesía se va dilatando
se aleja de un universo en expansión
se contrae sobre mí mismo
respira por los bordes de mi pluma
me alienta a hacer esquina con la muerte
dándome una identidad que es la mía
me invita a recordar los placeres
de superficies nuevas
habitantes de mi memoria
o pasajera efímera
que me ahorro hasta el nombre
sé que la soledad es mi eterna compañera
la que me susurra en el silencio
las canciones que jamás escucharè
no me ilusiona su compañía
pero me compone como la angustia
hasta sentir que me pertenece y es tan mía
màs juego con el deseo
el que me mantiene vivo
el que perfuma mis letras
a la espera de un enmienda
que reavive la ilusión de ser eterno
en esa relativa infinitud de unas horas
en la que mi ansiedad finalmente aprenda
sigo admirando a las gotas
como salpican mis escritos…
Roberto Brindisi




viernes, 20 de mayo de 2016

ANDAR SIENDO


Soy
en cada letra,
en cada poesía,
en esa mano gélida
qué extraña el incendio de un cuerpo;
es que no me acostumbro
a ser ausente de presencias,
a caminar solitario entre tanta miseria
refugiándome en un cuarto de fobias,
la vida se asemeja a la geometría
a la infinitud de las formas
a lo indescriptible de la sustancia
y me aferró a la representación
de una mujer en el centro de mi infierno,
una fémina de ropas apagadas
rasgadas en las baldosas de este rectángulo,
la vida es un continuo pasaje de hembras
que como los segundos se van comiendo entre si,
en un reloj que no se detiene,
en una oleada de órganos que se cruzan,
como lo hacen los pasajeros en un anden
sin que nada se altere
solo mi finita paciencia
de hombre devenido en relator de sus angustias,
y los poemas se convierten en números,
como la matemática y la cábala,
te recuerdo viejo Borges
en esa aventura de ir muriendo entre signos,
deambulando cegato por las iglesias,
intentando comprende la inexplicable
 con ojos prestados,
como muchas veces nos sucede a todos
parados en una esquina desértica
sabiendo que no existe dios sino su sombra,
que el engaño es una religión con tantos feligreses
que da escozor saber de nuestras impurezas,
y allí es que regreso a ella,
no sé quién es aún,
solo que existe en algún lugar de mi intuición,
en el borde mismo de mi descreimiento,
ahí donde muchos mortales
perdieron la razón en manos de la demencia,
en ese mismo sitio es que te espero
ven desnuda de prejuicios y de colores
solo trae esa piel,
esos ojos verdes,
esos labios en ignición,
para que desparezcan algunos de nuestros dolores.

Roberto Brindisi

miércoles, 18 de mayo de 2016

EXTRAÑEZAS


Cuento las noches
como aliadas o enemigas
en el duro oficio de mentir
cuando pretendo que me entregue
su soledad a borbotones
sin mezquindad,
puedo abrir un surco en mi muralla
dejar las venas expuestas
pensar que ella padece la miseria
de un mundo que compartimos
podría hacer la oda inconclusa al mendrugo
pero prefiero egoísta surcar su piel
dibujar el infinito mundo de las ausencias
con un trazo que demande poco esfuerzo
como un lobo de la estepa,
creo que volveremos a vivir
si partimos el mundo en mil enteros
y alguna astilla flote por la arena
recordando la lujuria de sus besos
la conformación como país autónomo
de sus labios grana
con bordes de precipicios
levantar una bandera con su blusa desprendida
aterrizando en un otoño porteño
esos refractarios a la luz del sol
cuando el frio del plumaje de los pájaros
hacen que solo vuelen hojas mustias,
intriga ver el amanecer en la costanera
con el silencio como único señuelo
la sensualidad de los insomnios compartidos
saber que lo que hacemos
muere repentinamente a cada instante,
no perder la calma aun dementes
ver como cae la luna sobre el mar
cavar profundo en el medio de algún cuarto
proteger las esquinas de algún aguacero extraviado
podría proponerle infinidad de ideas
que parezcan insignificantes
ella prefiere una poesía absurda de mi puño                                                                                                
una que la espuma la eleve en su marea
por esto sé que siempre he de ser un bardo delirante.

Roberto Brindisi

jueves, 12 de mayo de 2016

EN EL BORDE DE LA TRISTEZA


Indefensa
durante  el atardecer de una cala mustia
allí estaba ella
la responsable de mis sueños atrevidos
la inductora de las más amargas pesadillas
la vi parada en diagonal a mi ceguera
pálida hasta el cansancio
sin palabras como si se le hubieran escapado
ella la que inspiro los poemas ardientes
la que incendio mis anocheceres de mayo
como una imagen a punto de esfumarse
estaba en el rincón de mi memoria
sé que le debo alguna orquídea prometida
dibujada en la pared del cuarto
reflejada sobre la pared que la observaba
desnuda
aterida
cargando tanto frio de abandonos
que solo sonrió cuando le regale mis manos
ella hizo canciones del silencio
tejió los ropajes de mis soledades
quiso curar mis heridas con sus llagas
lentamente me entrego su esencia descascarada
hurgo entre los intersticios de mis terrores
beso suavemente cada amanecer de mi vigilia
hasta que una mañana la trago la luz
o la oscuridad de sus vivencias
no lo se
busque en el interior de mis cajones
mire reiteradamente en la opacidad de mi espejo
camine por las baldosas que contuvieron sus prendas
solo el sudor temeroso de su pisada
me indico que ya no regresaría
si es que alguna vez estuvo presente
mi retina repite una imagen borrosa
la de su piel evanescente
mi único testimonio de su existencia
es un poema que la rescata en el filo de las rosas
su aroma es una metáfora urgente.

Roberto Brindisi

miércoles, 11 de mayo de 2016

AHORA


Ahora
que me miro al espejo
y mi cara no aparece
me doy cuenta que estoy vivo
sé que mi mirada quedo en su cuerpo
que mis manos se aferraron a sus poros
que mis ojos se los llevo el rio de su llanto                           
y la muesca de mi sonrisa
quedo entrampada en la puerta de mi cuarto
ahora
ya no me carcome el silencio
porque perdí la piel sobre su sexo áspero
ya no hay otro deseo
más que el jadeo que expresa su noche amplia
el placer se agotó en su ausencia ansiosa
mas su nombre se me olvida
en esta amnesia de multitud de pasiones
pero recuerdo que es igual a tantas iguales
con la diferencia de que se pierde el olvido
debo dejar que vuelen
los pájaros de mis pesadillas mudas
para que griten o canten fuera de esas rejas
quizás me permita recordar un gesto
una caricia enmohecida
o algún beso de tanta boca partida
hacer malabares sobre las astillas de unos senos
regresar a mi ventana a verme partir
en esas negras noches de otoño
con la esperanza puesta en enamorarme vivamente
pero los amaneceres son eneros
con la enorme diferencia de que no creo empezar
sino cruzar mi límite de inconformismo
hace cientos de poemas que hablo en singular
cuesta en este tiempo de egoísmos crueles
conjugar vocales que nacieron quietas
porque hay sustantivos que decidieron migrar
será la duda la que me salve
de no perder las horas en maniobras indiscretas.
Ahora
puede ser algo más…

Roberto Brindisi

POESÍA EN CIERNES


La letra
busca la palabra
completarla de sentido
abandonar la orfandad
sentir que es admirada
cuando vuela acompañada de sus pares,
pero cuando solo hay mutismo
la letra sangra en sus heridas
la palabra no se incorpora
el sentimiento late pero no manifiesto
se hace la noche
la hoja está en blanco
las lágrimas del silencio son sonoras
en alguna calle cercenada de siluetas
algo falta cuando mucho sobra
es en la esquina de las horas
donde el poeta ha decidido ausentarse
su refugio es el hombre común
o la mujer indolora
son las flores, los pájaros y los infiernos
los que extrañan su escritura
las despreciadas prostitutas
o los incomprendidos ebrios de alcohol
la piel que erizada no es contabilizada
tiene efímera vida no ensalzada
como le ocurre a los afluentes de los tajos
a los besos de los labios extraviados
a los amores corroídos en secreto
el bardo los mantiene en la prehistoria
será que hace falta tanto averno
para que se incorpore la mano útil
sobre la pluma que contiene el abecedario
será que no basta el sufrimiento
sino descongelar los dones del abandono
los bordes mismos por donde discurre la vida
será que la poesía aparece en esos precisos momentos?
Roberto Brindisi