lunes, 13 de julio de 2009

AYER...HOY




Ayer, parece tan lejano,
Que son imágenes oníricas las que le dan sentido
Ayer era lo que dejo de ser,
O lo que nunca fue,
Un gran amor, un fuego consumido,
El hastío boreal de peonías inmigrantes,
Un mar con olas de gladiolos,
La puerta difusa de la bóveda de los afectos,
Tus manos suaves transformadas en espinas,
Un carro y su cochero que recoge ilusiones,
En el patio trasero de los tiempos idos.

Todo eso y más fueron ayer,
Tanto que me persigue tú sombra en mi vigilia,
Donde asoma tu rostro esquivo,
En la ventana de una sinagoga de Pasteur,
Con los vientos del olvido negándose a soplar,
Todo eso y más eres ayer.

Ayer, siempre has sabido
Que de pasado estabas construido,
Solo nuestra culpa, o la ilusión de transformarte
Te dan alguna vida, prestada, artificial
Cuando estas muerto como tiempo,
Cuando tu osamenta adorna los estantes,
Cuando reclamas estar despierto en un sueño equivocado,
Cuando... tantos que ya has sido y no te he inhumado.

Mas aun, por las arterias de mi desmemoria
Vienes como fantasma a mendigar no ser borrado
Continuar siendo la daga que hiere ya sin filo
Un cuervo renegrido velando los retazos
En el cobertizo de partida,
Hacia el inmenso campo agusanado,
Entre las vasijas de orines detallados
Te niegas a dejar solo la parte recordable
Y pretendes, desde la potente ausencia de testimonio,
Que te conmemore como un todo amable.

Hay sol, ayer lo hubo,
Hoy ese astro esta finado, acabado
El de ahora es otro sol,
Es el que vive sobrepasando al que se ha marchado
Ayer, pasado, se que no se irá por lo que diga
Se que cambiarán por no pensados
Veo el vuelo de los gorriones, el canto de alguna ola,
Tu mano recorriendo los agujeros de mis evocaciones
Restañando herida tras herida,
En tu olvido mis besos saben a aroma de la vida,
Mis halagos son estrofas de una partitura franca
En el que encuentro ahora el significado
De los versos, de la estrofa, de la poesía,
Que nació en un instante
Perdurando en el siguiente
Creyó que navegando nuestros cuerpos
Cuesta arriba, despeñados cuesta abajo,
Aferrados a la locura de ser presente enamorado
Trasciendo la cuenta ya abonada
De una vida atroz de peregrino,
Y que en cada hoy he de vivir el momento
Repetible, superable, de tu entrega enamorada.

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