lunes, 13 de julio de 2009

SILENCIO 55




Sobresaltado mire aquel cuadro,
Una pintura,
Que se abrió paso en mi inconciente
Recordé las veces que la pinte, que la mire,
Sin nunca haberla visto, ni saber de su existencia,
Silencio, un bloque de silencio,
Una multitud abigarrada de negros pájaros muertos
Una cantera, una multitud de llantos incoloros
Un sendero de rosas, un vestido desgarrado
Un discurso en la ciudadela de mi alma
Un sinfín de promesas de mala propiedad,
Ebrias, emborrachadas de falsedades
Sin beneficio de inventario
Con el sol en el poniente
Rodeado de un enjambre de palabras
Y ahora el mas profundo silencio,
Silencio de tu pecho, de tus labios mercenarios,
De tus poros acurrucados, tristes, sin soledades valederas
Asi me desperté, de un largo sueño de mudeces
De otoños de patriarcas, de cartas no correspondidas,
De crónicas de silencios anunciados
Con el garbo de un sinfín de pavos reales
De plumajes desplegados, desnudos por debajo
Asi transcurrió mi vida.
Llenando de palabras obturadas, desquiciadas
La conocida señal de tu silencio,
Tocaban a rebato,
Algo había muerto y se descomponía
Mire a mí alrededor,
La luz, o la oscuridad me habían cegado,
En medio del valle muerto de tus senos
Mis trebejos estaban oxidados con el orín de la mañana,
Nada se movía en el valle siempre fértil de tu monte de Venus
Ahora exudada su liquidez, llevada por la muerte
La peor, la que mantiene vivos sin sentimientos,
Ni valentía de reconocer las hojas caídas en múltiples otoños
Ni el daño de incontables inviernos,
Con tanta escasez de primaveras
Que nunca llegaron a ser veranos,
El conjunto del mutismo era una sinfonía a lo acabado
Y la intriga, inútil por irremediable, ¿Cuándo se produjo?
¿Por qué? Y las balas desquiciadas de mil preguntas
Con ninguna respuesta habilitada, creíble
Hasta recordar aquel momento de mi infancia
El que lleve silencioso, cuerpo tras cuerpo, final tras final
Sin noción ni conciencia de algún principio,
Darse cuenta del desencuentro, pero del más brutal
El de las vías paralelas, las que nunca se han tocado
Me calle, sentado en el banco de la estación de mi derrota
Apareciste sin saber que eras la respuesta
A la primera de todas mis preguntas,
La que a cada momento renuevo,
¿Merezco ser irrigado? ¿Crecerán mis alas adormecidas?
Y con un beso, una multitud de silencios decidores
Un conjunto de palabras sostenidas,
Estallan en la precisa estación de esta primorosa madrugada.

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