lunes, 20 de julio de 2009

A VECES ME SUCEDES






(a martine roux)


Por mi ventana ingresa un grito
Lo oigo, màs no lo escucho
¿Cuantos gritos se producen en un día
En una ciudad alocada como la mía?
Quizás tantos y tan desesperados
Los de las maquinas, los de los hombres
Las mujeres, los ancianos y los niños,
Cuantos gritos, y yo tan sordo.
Mi sordera es de importancia,
No me interesa que otros griten
Me resuenan mis propios gritos,
Mis alaridos, mis aullidos
Los que nadie escucha,
Los que se reportan como perdidos,
Los que nacen y mueren en la vigilia,
Disfrazados de informes bestias,
O de una mezcla extraña de partes animadas
Supe saber despertarme a tiempo en otros tiempos,
Màs ahora ya ha atardecido
Mejor dicho, esa negrura marca lo infecundo,
Lo paralizante de ese mundo
Que despierta cuando reposo
Llamándose a sosiego cuando despabilo
Cuando me incorporo incorpóreo
Deconstruido, pieza a pieza, escombro sobre escombro
Asi me asaltan sin defensas
Los temas pendientes, algún abandono,
El agobio de la desesperanza, la bruma de la angustia
Una cabeza joven que captura un suicidio,
Un pequeño que recoge al suicida,
Un enorme tajo que se proyectara en las tardes mustias
Cuando las calas blancas, los gorriones grises,
Los eucaliptos aromados, las putas a desgano
Los quinieleros clandestinos de los deseos,
Los hampones vulgares que trafican con el sexo
Se hunden en el pantano de los recuerdos
De mi mente encabritada, dispuesta a dejarse fluir
En la pluma suave o grosera de algún poeta
De una poesía ingobernada
Que se devora los sustantivos y adjetivos
Los verbos, los pronombres, el todo y la nada
Mientras pienso que me acuna el viento, la sudestada
Los remolinos en la playa de mi infancia
Una madre adolescente perdida entre la marca
De los fogonazos de las balas en la cara
Y yo alli, junto a mi soledad florida, compañera
La que creció conmigo sin despegarse
Y a la que cambie por una sonrisa cómplice
Que andaba vagando sin buscarme
Pero sabiendo que transitaba para encontrarme
Detrás de un rojo autobús en la ultima parada
Y me extendió la mano, la generosa, la compañera
Esa mano con sus cinco tallos,
Una mano izquierda con la palma blanca enamorada.

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