miércoles, 21 de octubre de 2009

AY, MUCHACHA










Si un solo suspiro tuyo me tocara
se aliviarían mis días tristes
las mañanas tormentosas
los minutos como siglos
los relojes sin segunderos
los pesares de mil cosas

Ay, si un solo suspiro tuyo
alcanzarme a mí pudiera
quizás los años pesaran menos
el viento no torcería mis ruedas
las de mi locura
las de mis momentos cuerdos
es tanto lo que podría
que tal vez amar no fuera
una agonía que despelleja el alma
una braza ardiente que arde en pena

Ay, mi muchacha, si supieras
que negros están los tiempos
cuando tu rostro no se aparece
cuando mis ojos quedan cegados
por no verse en tu mirada
en la cuenca renegrida de tus pupilas
son los míos donde baja una lágrima
en una tarde cualquiera
en la sombra de los pájaros
que como océanos de plumas
humedecerse no quisiera

Pero si estas aun en la distancia
siendo quien me auxilia en el andar
entre las matas que se hacen flores
entre la sangre que se hace arroyo
de agua límpida y cristalina
entonces todo tiene sentido
la loca rosa de los vientos
el alma en pena de mis recuerdos
el calor de un invierno presentido
porque la divina providencia del ser
tiene mucho de tus manos, de tus caricias
la que sutura mis heridas aun abiertas
en tanto el universo descuella que eras esa mujer
la de mi eterna espera
la de mi religión censurada
la que poblara por siempre mis horas desiertas.

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