Quien redimirá a este hombre
De sus fatigas cotidianas
De sus mañana sin vuelos de pájaros
De vergeles sin las flores apropiadas
Quien?
Quizás un poeta irredento
De escritos vituperados
De poesía atormentada
De garabatos en códigos urgentes?
Quien recordara estas estrofas
De predicados perforados
Después de tanta derrota conseguida
Y de sus pocas victorias en pecado?
Quien será su Maria
Su eterna y dulce magdalena
Que sostendrá su pluma
En anocheces desgastado
De peregrinajes por cuerpos ausentes
De ojos vacíos de presente
Por las algebraicas veredas desamoradas
Por la que transitan tantos seres
Sin que ninguno signifique otra cosa
De la enorme inmensidad de tanta nada?
Quien entenderá su clamor apagado
Cuando los colores del atardecer
Lo sumerjan en la voracidad de su abismo
Donde afloran los fantasmas
Sus temores
Sus recurrentes pesadillas
Sus carencias de larga lejanía
De sólida presencia en este ahora
Cuando en su laberinto solitario
Anhela los verbos de una mujer como compañía?
Pero de tanta tristeza
Hay noches, quizás hubo una
En la que encontró su agraciada
La que leyó en el bardo su mirada
La que intuyo sus calidas palabras
Esas que resistentes no perdieron el sentido
La que se beatifico en Barthes como adorada
Suma entera, infinita de tanto acontecido
El bardo mira arrobado a su musa
Mientras escribe la más sublime de sus poesías
Con la materia de su resuelta lengua
Sobre su Magdalena, la misma que Maria
1 comentario:
Hasta aquí, por hoy, te he leído. Ha sido un gusto recalar en tu espacio.
Saludos...
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