lunes, 24 de mayo de 2010

LA TIMIDEZ DE LA ALBORADA



Vacilante
Se incorpora la mañana
Se levanta despojándose de tanta tierra
Que lo oscuro le cede en su retirada

Asi irresoluta
Las primeras luces
Aparecen tímidas en la ventana
En el vergel de tus rosas azuladas
En el tajo rosa de tu vagina
En el vuelo de las sabanas rasas
En el desparpajo de tus piernas estiradas

Asi de remisos
Se consagran en tu espejo
El que recogiera los momentos
Sofocantes del encuentro
En el que beso tras beso
Caricia tras caricia
Pedido tras pedido
Clamor mudo repetido
Perforan crudos los portales
Haciendo de tu lujuria las delicias

Como no ha de recordar
Tu delgada y frágil figura
Tanto fuego
Tanta pasión
Tanta rabia de picaflor
Que husmea las aureolas de tus senos
En tanto enciende
El alfiler fogoso de mi sexo
Cuando se arrima al césped de tu pubis
La fina línea de tus labios obscenos

Como no desear que se eternice
La noche de los claveles
Esas sombras que alegran
A las almas entregadas en frenesí
A la salvaje danza de los desvergonzados deseos
Los mismos que invitan a desgarrar
Los momentos voluptuosos
Los instantes en que los movimientos sincronizan
En un ir y venir constante
Jugando
Primero suave
Luego violentamente
Hasta que la noche agotada
Fue diciendo me retiro
Con dos cuerpos que arqueados descansan
Por eso vacilante llega retraída la alborada

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