sábado, 11 de febrero de 2012

VIDA, LOCURA Y AMOR


Siempre creí
Que la pelea con la muerte
Es la manera de escabullirse de la vida,
Supe desde niño
Que el final es solo una ilusión,
Un recurso que engendra otros horrores,
El temor al tiempo que se esfuma,
¿De que cuarto, de mi casa blanca,
Huyen los segundos mejores?
Esa contienda dio sus frutos
De rabiosa decrepitud,
Entregó a la santísima inquisición
Con los cuervos sacerdotales,
Nos proveyó de angustias y oquedades
Las osamentas afloran como postales.
Como la parca era cosa inalcanzable
Me dedique a remontar coloridos barriletes,
Juegue en mi barrio a la rayuela,
Subí a cuanto árbol cerrado pudiera,
Perseguí las faldas en pos de levantarla
De las muchachas excitante de mi cuadra,
Pero nada rasga las palabras más ligeras.
Así mi vida integró
Los versos como aullidos en lo oscuro,
Con la tartamudez de experimentar la palabra,
En medio del minutero que me señala el muro,
Esfera que se suma a la estampida
De vocales romboidales y sin acentos,
Consonantes humilladas en sus faltas
Por lo que reclame a mi teclado a estar atento.
Si la muerte no existe,
La vida es lo único que se despliega
De manera intensa y ondulante
Sobre un terreno fértil que nada niega,
Es la aseveración su catequismo
Sobre el frío más intenso que uno aguante.
Ahora descanso,
Pienso que no alcance el río de la locura,
Que sobre la arenisca de esta acera
No llegan las olas liliáceas del Río de la Plata,
Solo el silbido de Oliverio Girondo
Que me busca en las tabernas y no me encuentra,
Para convencerme de entregarme
Las manos y los ojos de cenizas
De su amante que deambula puerta tras puerta.
Nada es mas tranquilo
Que asirme del cuerpo de mi mujer
Mientras resisto el embate del juglar,
Poema activo tras poema
Se que no hay cosa por la que temer.

  







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