lunes, 27 de febrero de 2012

LA LETRA Y LA LAGRIMA


Me has dicho,
Deja que la letra te dinamite la hoja
Pero mi cobardía
La contuvo desde las alas y no voló,
Deja que diga esas cosas preciosas
Y me atrincheré en lo repetido,
En lo formal,
En lo correcto pero inexpresivo,
En la fealdad de una defunción prematura,
La de un poeta timorato
Que no entendió a la escritura.
No es mala la mediocridad,
Si lo es la pavura,
El no atreverse a describir
Como vuelan los gusanos o las orugas
Al transformarse brevemente
En un hoja colorida que barrena el viento,
No incursionar alegremente
En las gotas del sudor de dioses hecho arroyos,
Erigiendo mares,
Asedando los arrestos incontables
De una lagrima descreída de tus ojos
Que cuando en su verdor derrapan
Insubordinan lo justo contra aquello miserable.
En la rabia escondida del bardo
Estan los trozos que pueden edificarlo,
Sentir que hay otra manera,
Otras palabras, otras estrofas,
Un ánimo que fuerza la pluma
Para decir que el viento anda de pasada
Habitando a un jilguero en sus ambages
O que el silencio cabe en el abismo
Como en la mano carente de una madre,
Cuando cree que peligra su morada,
El silencio, que suele disfrazarse de soledad,
Cargando una y otra vez en la mirada
De una niña, la mueca siniestra de la orfandad.
Así que en su sentencia de juglar
Miro a la que lo instigo a remover la lengua,
Tomo los vocablos de su patria,
Los que escondidos comenzaron a animarse,
Pensó que febrero era tiempo de ilusiones
Y como un pájaro único emitió el sonido
En la mudez reciente de su pergamino.
A veces creo que es buena señal
Remontar al cielo los cometas,
Decir de las espinan que me inspiran a escribir
Desde la autenticidad y el amor
Entendí que lo hago para no morir.






  


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