En este momento
tengo los años
precisos
gastados en un
largo camino
donde las rosas
aprendieron
a crecer en el
centro de mi desierto
invente oasis de
la nada
incendie cinco
segundo de sueños
supe armarme de
paciencia
para atrapar a la
dama prometida
y aunque nadie me
creyera
derrame en la
pira bautismal
los destrozos de
lo que es mi esencia.
A un costado del
paso de mi niñez
veo que fue mucho
el desaliento
que no fue la
edad dorada
que mis amigos
dicen que recuerdan
desde teñir de
rojo intenso
las ropas de mi
tibia inocencia
dejar grabado en
mis oídos
frases disparadas
sin anestesia
en una calle de
polvo levantado
en el centro de
una memoria inaugurada
deje de mirar con
asombro a los pájaros
en una mañana de
mayo nunca olvidado.
En este instante
presente
no es el tiempo
el que más cuenta
son los sonidos
ruidosos de este mutismo
o el silencio de
esta soledad arisca
que deja una sensación
de tierra arrasada
es la desconsolada
fortuna de encontrar
entre los
delgados dedos de tus manos
las que me
prodigan el remedio
a la oscuridad de
mis más considerados amores
los que se
emparentan con las pesadillas
de papeles
arrugados sin escritura
es el poema final
al primero de los dolores.
Roberto Brindisi
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