En una tarde huérfana
de finales de
este mes
miro las palmas
de mis manos
tratando de
adivinar mi infortunio
preguntándome porque
aquí
en esta esquina
sin sobresaltos
nunca el cielo
hizo caer polvo de rosas
ni permitió que
llovieran trozos de papel
no soy de
preguntarme lo obvio
sino de abarcar
en un abrazo la infinitud
los tramos
desconocidos de la alegría
el lapso vibrante
de un beso prestado
de tus labios
humedecidos
intento abrir
surcos en tu pelvis
derramar el
alcohol de las tabernas
diferenciar tu
aroma y el de las putas
las de siempre,
las inaugúrales
las que marcaron
mi sexualidad
sin preguntar de dónde
vengo ni adónde voy
solo aconsejarme
sobre la vida
porque no hay más
sabiduría que la mundana
esa que sobrevive
de leer las calles
de dejar sensible
mi trayecto
alumbrando todo
lo posible donde pongo el pie
donde coloco mis
delirios
como puedo
remontar en un potrero
el barrilete
simple de mis angustias
cruzar
descuidadamente el paso nivel
llegar hasta el
patio de la morada
esperando que sea
tu silueta la que abra
y encandilándome con
un vestido de pieles
desnuda sobre el
lecho amoroso
me recuerdes
cuanto tiempo me aguardaste
cuantos orgasmos
se extraviaron
para mirarnos
largamente con signo lujurioso.
Roberto Brindisi
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