Tuve la dicha
de escribir que
fui amado
aunque yo no lo
sabia
en la plenitud de
su alcance,
conocí las
asperezas de mis corazas
filosas en sus
partes laterales
duras en su
exacto centro,
tuve el tiempo
para escribir
que conocí el
amor
ese al que te
acercas sigiloso
que como animal
salvaje
solo deja que lo
acaricie el apropiado
el que lo merece
el andariego de
distintas vidas
el trasnochado
pensador de los ocasos
el don juan de
las veredas cojas
el embriagado de
su sensualidad
el que con
vocales de extenso desuso
mas consonantes enmohecidas
pudo escribir tu
nombre,
pudo alzar tu
transparente falda
pudo entrar en el
hueco de tu vida
y tomarte de la
mano delgada
en medio de besos
dibujados de rojo
como la sangre de
las venas
como el tono de
aquellas rosas
como un ocaso en
el mediterráneo
en el borde de
don juan de la arena
aguas renovadas
de las playas de Gijón
que esperan que
tauro este de vuelta
que haga el amor
entre sus médanos
que embarace a la
luna de vergüenza
una vez destruido
el vacío cielo
montado en el
galope de las estrellas
rasgando el
horizonte entre gemidos
seguro ira la
asturiana
a regalarle el
brillo de sus ojos verdes
con el sonido de
su amante a cuestas
a decir, aquí estoy,
no me he rendido!
Roberto Brindisi
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