En este caos
Que es el mundo de mi escritura,
Solo se salva la piedra
Que rompió el cristal de mi locura.
Estas letras que desfilan
Como ejércitos guerreros,
Se desvanecen cuando quiero
Dar vuelta la página de mi tintero.
Agazapada,
Detrás de un denso instante,
Veo aparecer una vocal
De brazos sensuales y desnudos,
De curvas que marean a mi pluma,
Es como una mujer sensible
Que suplica ser desposada
Ante las páginas de blanco espuma.
Signos que me anteceden,
Símbolos que me conforman,
Textos que elaboran mujeres,
Hembras sedientas de pasión,
Con el rostro juvenil,
De palabras que lejos de escribir gimen,
Que hacen volteretas en los labios
De la mujer recreada en este averno,
Ante la potestad de ser hechicero
Que dobla sabanas con mancha de lunas,
Recogiendo trapos teñidos de astros,
Mientras siento el agua que la moja,
A ella,
Recién constituida
Debajo de la ducha con piel dura,
Con pezones de punta esdrújula,
Con las piernas mojadas de deseo,
Quien vino en una verde nube
Buscado al juglar con su hondura.
Debo decir
Que reconocí esos ríos vírgenes
Como emanados de vigilias extranjeras,
Agua cristalina de arroyos que circulan,
Bebí sus gotas y también los jugos,
Supe de superficies sin diámetros expuestos
Como de posdatas con ojales sin salida,
Todo puede acontecer
Hasta lo que sucede inesperado
O aquello que uno cree y no paso
Si en la rivera de este cuarto de porteño
Pueden mis manos elegir
Entre inventarte un ombligo
O escribir en este día
Los versos más enamorados.
miércoles, 21 de septiembre de 2011
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