soy
el que le dio sagrada sepultura
a las decadas vividas
entre temores y esperanzas,
entre alguna o varias alegrias
sin olvidarme de mi osamenta y mi carne dura.
soy
el que puso una cruz invertida
que me recuerde cuando naci,
lugar, hora y llanto,
pero omiti poner algun final incierto,
ya que entre suspiros senti
a la parca en retirada
decir que hay batallas no ganadas,
que solo tiene entidad
quien le teme o reverencia,
al levantarse en cada alborada.
soy
el que vio deshacerse gota a gota la cascada,
el que nunca creyo que el vacio fuera nada,
el que en algun momento del destiempo
entendio su destino encendido,
pasar de ser yo
a encontrar a quien me tenia merecido,
mujer de domingos luminosos,
de boca y besos generosos,
creadora de la palabra paciente,
viendome tejer los versos
con madeja imaginaria,
la que me capturo con sus verdes ojos
en mi andar de bardo perverso,
y asi ya no soy,
empezamos a ser o somos,
cuando bajo una luna centenaria
me develaron su parte oscura,
la que desarma mi apariencia externa,
me desmembra la escritura,
esa de locos arroyos y rias,
la de pueblos sin semanas,
la de iglesias profanadas por la turba,
la de piernas que se mecen con los sonidos
de murmullos que se elevan
ante mis dedos que alcanzan atajos
en un andar peregrino y casanova,
sabiendo de redondeles pero no de cuestiones de bajo.
asi que cuento esto
despues de andar desaparecidos,
entre lapsos de dias y noches,
entre lechos de desnudez cronica,
entre laberintos de panteras en celo,
como una reserva de miradas al acecho,
en la nervadura misma de lo eterno,
donde aprendi que el tiempo no existe
solo existen las lumbreras de tus pechos.
martes, 27 de septiembre de 2011
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