Cuanta razón
Tienen los surtidos poetas,
Los de pluma delicada,
Los de lectura cotidiana,
Que nada es más importante
En esto que el amor que fue o el que no será.
Yo aun no he aprendido
A perderme en mis desasosiegos,
En cortar con el verbo el borde de mi lengua,
En sangrar repetidamente,
Hasta regodearme con lo perdido,
No,
Soy tan profano que me alegran tus miradas
Tan extraviado que disfruto de una noche de sexo pleno,
Suerte que no me dices que por quererme
No aceptarías que destendieramos la cama,
Porque mi perro ladra
Y no lo atiendo,
Porque mi ventana esta cerrada y no la abro
Porque los colores son filosos
Cuando me recuerdan las ausencias,
Esas celestes que precedían la búsqueda,
El mirar tanta convulsión de mujer incendiada
Por la voluptuosidad de su imaginación,
De su fantasía de color acero,
Con un exceso de lubricación
Producto de negarse a lo que consideran pecado,
Pero una vez desatadas,
Como yeguas encabritadas,
No hay hombre que no clame redención,
Válgame entonces
Volver sobre tu persona,
La que me ama,
La que prepara galletas con mermeladas,
La que me besa la mejilla al marcharse,
La que no es hembra sino una madre,
Pero me conoces en mis mentiras,
Sabes que sin tocarte los pezones,
Sin acoplarme a tu despedida quieta,
Sin colocar mis labios en otros tuyos
No seria yo,
No te amaría,
No te extrañaría al caer la tarde,
Se que debería ser mas sutil,
Quizás menos impertinente,
Pero cuando bordeo tu dermis de papel
Intentando alguna poesía,
Mis manos se evaporan
Entre tu nombre que ya es mío,
Y en esos arroyos de vocablos
Soy mucho menos juglar por estas herejías
Soy el que elige ser.
sábado, 10 de diciembre de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario