Sobre el andén de tu pecho
Asoma el sol,
En esta ciudad es verano
En la azotea de tus pezones también,
Y yo aquí acostado
Escribiendo una poesía en tu país,
Donde son borrosas las fronteras
Como difuso el contorno de tu piel,
Más continúo siempre intentando
Ser brocha que incite a la primavera
O estación que delire con las letras del pincel.
Amanece,
Con el sol ocultándose en tus pestañas,
Con arroyos desbordados
En la funda de tu almohada,
Cuando ya no queda nada
Se me ocurre que anochece.
Amanece
En un atardecer bordo,
Mezcladas las risas reservadas
Con aquellas carcajadas escarlata,
Esas que supo usar Matilde Urrutia
En la Isla Negra chilena
Cuando se desvestía de mujer amada.
Amanece,
Casi siempre amanece,
Aun en las noches más cerradas,
Se filtra un rayo de sol
Que se adelanta atrevido a la alborada
Y tú me besas
Cuando los cardenales se despiertan,
Cuando los malvones arman su fiesta
En el justo momento del albor color cereza.
Amanece,
A pesar de mis pupilas cansadas
La luz se predispone a asomarse por esta ventana,
Inserta en una pared ciega
Con un florero sobre la mesa,
Desparramados los zapatos en el piso,
De migas que fueron gotas de sudor en la prehistoria
De un anochecer perdido en el tiempo
Que incorporarnos ahora suele dar pereza.
Amanece
Cuando Maria recorre mi mirada
De frente con la bondad de su firmeza
O de espalda sin darse por enterada.
Así,
Simplemente de esta forma
Con el pico y la pala en los versos
Amanezco abrazado a mi enamorada.
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