lunes, 16 de enero de 2012

LA LUNA REMENDADA

Saber porque estamos juntos


Inmenso misterio a develar

Pero se me cayeron unas palabras

Y se que dije:

Porque vos y yo compartimos

El vicio de fumar noches negras sin filtro,

Porque cultivas la lentitud y el silencio

Porque disimulas lo que sabes

Sobre la jauría brava de mi pecho,

En la que las jaulas de los jilgueros

Estan vacías y maltrechas

Son como prisiones inútiles

Donde el desquicio vive prisionero.

Así como sabes

De la pulcra rapidez de mi huida

Hacia un callejón ya, sin salida

Y que salto techos de chapas de zinc

Hasta caer en la estación tres de febrero.

Raras veces, solo muy raras

Los dos nos invitamos al abrazo por un tango,

Mediocres bailarines,

Que para bailarlo no deben ignorar esta nostalgia

Yo diría que somos apenas, hilos de humo,

Secuencias que el bandoneón

Arrastra torpemente entre las mesas,

Fina galanura,

Que el gato de la música enreda.

Solo danzamos cuando no hay solución

Porque a mi lo que me gusta es mirarte

Mucho más en tu quietud y tu inmovilidad,

Te miro con placer cuando dices que piensas,

De vos, en fin, lo que me gusta es tu silueta.

No se cuantos amaneceres de pies hinchados

Hemos golpeado en este tiempo,

Sobre los adoquines desparejos

Que nos transportan hasta casa,

No se cuantos vestidos estampados

De flores he visto pasar por tus caderas

Desde aquella lejana noche de milonga.

He perdido la cuenta,

De casi todo lo que te refiere, la he perdido,

Volvemos siempre del otro lado

En el más profundo mutismo sin sentido

Nos sigue, fiel, una corte de sombras borrachas

Bajo la luz, solo el ancho de un milico

Y allí vamos, indiferentes

Viendo pasar las horas del hastío,

Como asombradas nos miran las calles del cansancio

Se que ahora invariablemente

Nos maullaran los gatos de nuestra luna remendada.

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