He intentado
No humillarme ni considerarlo,
No he llamado
A quien no quiere venir,
No me entristece
Albergar a quien arriba con deseos de verme,
No odio a aquel que opta por amarme
Aunque yo no le corresponda,
No me fascina
La hostil indiferencia de algún otro,
No quiero una noche de naufragio,
Prefiero una tarde de golondrinas serenas,
Así son mis días, sentado en el zaguán
A la espera de que florezcan mis presagios.
Se que necesito
Encarnar augurios, vigilias y sueños
Aunque el mundo se conmueva cuando gira,
Aunque los árboles pierdan su follaje,
Me nutro de un amor cansino,
De mujer parida en el cantabrico,
De cuerpo voluble vestido con palabras,
Recorrido por mis versos,
Penetrado por mis estrofas,
Fecundado por la savia blanquecina de mis letras.
Una noche sexual es un corte tajante,
Difícil de unir con obligaciones,
Con relojes, con horarios,
Será un boato de lo espontáneo,
Todo a la inversa de nosotros como amantes.
Una noche sexual es agonía,
Es una falsa muerte que resurge de la pasión,
Se que ella, mi hembra, mi mujer,
Con ciertos gestos, ciertas palabras,
Pierde la conciencia en la ebriedad de su desnudo
Como si fuera algo lejano y ausente,
Repetimos lo que nunca vimos,
Haciendo el amor siempre por primera vez,
Porque nos perdemos en el sol de lo turgente.
En sus ojos del color de la maleza
Veo la misma necesidad de consumirnos,
De insistir golpeando portales que se abren,
Amarrar la barca a los muelles de la piel,
Ser lucido entendiendo que el sexo y la escritura
Anidan nuestros anhelos y vivirlos.
Hoy puedo despojarme del silencio
Hablarte quedamente al oído
Puedo permitirme sonreír como un niño
Saborear tus palmas ahuecadas,
Burlando la malicia del abandono
Porque aquí estas, porque no te has ido.
lunes, 9 de enero de 2012
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