Vestí mis días
de sombras negras,
oscuras
sin dar tregua a la ansiedad
que en mi interior plena se alojaba,
decidí partir las nubes de alumbre
las que impedían que el sol se asomara,
más hubo nombres con silueta de mujer
que blandían escalpelos aguzados
que la traición y el desengaño afilaron
clavándose al costado de mi sien
cuando intenté alcanzar la luz
sentí el resplandor abierto en los costados.
Vestí mis noches
con el huracán de los incendios
con la ignición fecunda de sus praderas
mientras el fuego se alzaba en mis renglones
buscando al poeta desprolijo
al hombre que hizo un culto de su desarreglo
con palabras siempre sediciosas
con el arma cargada de vocales,
el que soñó la aurora de sus adjetivos
aprisionando los puntos de tu contorno
enlazando los besos sueltos en la estepa
que siembran su saliva entre mis dientes
en tanto corren veloces por tu superficie
mis delgados dedos como adorno.
Vestí mis verdades
en medio de una insurrección de emociones
de un cimbreante retorno a tu regazo
lugar de luces prontamente encendidas
con el rubor de mis versos pincelando
el área íntegra de tu mirada etérea
bruma hecha de ayeres desvanecidos
con poemas disparando a los fantasmas
en medio de una plaza repleta de sudarios
arrugadas por la acción de mi vehemencia
lugar de pasatiempo de amores escapados
por entre los alambres de seda de la pasión
ahí donde se exterioriza nuestra esencia
vestido así te entregue cada oración.
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