El sillón espera en la esquina
Lo acomodo frente al escritorio
Tiene una de las patas flojas
Como los dientes de un anciano viejo
Arrimo esta silla cerca del ventanal
Por donde algunos rayos de sol aun ingresan
Estoy viendo la soltura del viento
Arrastrar las hojas en silencio
Y la mudez del momento
Cuando en la ciudad los pájaros se esconden
En el tramo que alisto las lapiceras
Me pregunto porque no estudie astronomía
Porque esta manía mía de ver las cosas
De mirarlas en su derrumbe
Con los ojos abiertos que también se hunden
Cuando alguno de los ángulos rectos
Me explica el desplome del socialismo
Mientras recuerdo la Plaza Roja nevada
Escondidos en algún lugar de la San Basilio
Entre una salva de cañones de alborada
Ahora mientras cultivo el escepticismo
Aprendo a que ser sabio es tener los ojos abiertos
Apartar las consideraciones de la desdicha
Aferrandose al tren de alguna esperanza
Recorriendo los andenes de alguna estación
De esas que no han sido totalmente abandonadas
Cada dia algo nuevo me sorprende
Una nube celeste pasajera
La soledad de mi antiguo jarrón
Que sin flores ni agua es un estorbo
El ultimo sueño borroso de esta noche
Que verso sobre una muchacha
Con la sonrisa congelada de terror
¿O quizás el aterrado era yo?
Vaya uno a saber de lo onírico
Nunca nada es lo que aparenta
Las facciones fosilizadas de tu cuerpo
Los relámpagos verdes de la futura tormenta
Y dios sin hacerse presente…
Ya me senté ante las hojas en blanco
Ya se que no hay secretos en tus ojos
Que el punto limite del deseo
Viene abarrotado de tu enojo
Habrá que aprender a hacer poesías
Sobre tu cuerpo joven en despojo
Cuando el sol asoma en la mañana
O entender que asi solo garabateo hipocresía
Que sin ser poemas
Es, como la vida, una cuestión de elección
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