martes, 9 de febrero de 2010

EL DEVINIR DE LAS COSAS


Cuando digo
Que paso el tiempo
Que nada es para toda la vida
Que la vida un dia se acaba
Que no sabemos que hay después
Que ulteriormente vendrá el presente
De ese preciso instante
Ni un minuto antes ni uno más tarde
Cuando sigo sumando obviedades
Y me dicen que no entienden
Me siento afortunado de estar aquí
De saber que te tengo en mi cercanía
Aunque a veces dormida
Como desconocida
Perdida en el barullo
Escuchando melancólica algún violín
O sonreírte acunada por piazzola

A veces mi voz trepa
Por el metal de los picaportes
Cuando los puñales se abren a confesar el luto
Por el tragaluz pasan las semanas
Se arrastran las cadenas de la libertad perdida
Retornando con mis decires:
Vendrá una osamenta destartalada
Un manojo de llaves en hilera
Los rincones como hervideros de pavura
Te digo altisonante que no esperes nada
Quizás exagere
Asi estaré menos extinto
Que la mugrosa muerte
Que acorrala a los niños pobres
En las calles desnombradas
Sin números ni veredas impares
Como una buenos aires mítica
Que se cubre en un buzón final de los arrabales

Ahora solo queda el silencio
Ya nada de lo que diga
Te llamara a recato
Eres como un animal desagradecido
Has aprendido de la misma materia
De la que yo he tomado y he comido
De la delicada mentira
De la que destruye cada sueño
Esa de material innoble
Con ese filo traicionero
Intentaras lo imposible
No me mataras pequeño
Al levantarla, haciéndola tuya
Velozmente te desangraras primero

No lloro ni me entristece
Solo es el devenir de las cosas

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