viernes, 2 de noviembre de 2012


                                                                   ES UNA MUJER
 
Es una mujer
lo que busca la sombra de este hombre,
una mujer con marcas de la vida
que vea en el rostro de este ser
los fantasmas de la noche que lo surcan,
habitante con las manos desbordadas
de espinas que crujen en la intersección
de sus siluetas incrustadas en los espejos,
una mujer que dibuje el amor
siempre con letras de cerca nunca con un tilde de lejos.
Ella viene desde antaño
teñida por lo soles de algunas inocencias,
navegantes de tiempos de tormentas
dispuesta a amarrar su embarcación
a las delicias que se desprenden de unos besos
criaturas atadas por lo invisible de sus labios
a las formas extrañas de esta perdición.
Ella escucha el tañido de la soledad
del campanario de la iglesia del silencio,
él es un  sacerdote de nombre impronunciable
posando quieto en el maremoto de las formas
en la geometría de un pubis angelado,
dedos que huyen en estampida
sobre la arena tersa del rojo de sus corpiños
para hundirse en palabras abiertas al atardecer
cuando lloren los signos sobre el borde de mis heridas.
Es el momento en el que ella
cruza despojada de falsas pieles
en la noche borracha por el fuego
ascendiendo en el ultimo silencio y en un rato de memoria
cualidades de estas certidumbres
donde se recortan las negruras de un silbido
es quizás un tango melancólico
el que anima el crujido de estos sensuales juegos.
Ella entra repleta de signos y de flores
certificando la infinitud como derecho
cuando las vocales se estrellan contra las paredes
y cierran las ventanas las consonantes perdidas,
se cuela el gemido en un paréntesis
cuando hombre al fin me dilato en mi lecho
tendiendo la manta de mis deseos insatisfechos
en tanto extiendo las palmas en busca de sus pezones
que se vuelven agua verde cayendo entre tus helechos.
Finalmente el día alumbra
a dos especialistas en sepultar cansancios,
en encender la llama de un amor imprudente
entre los espacios de un territorio de madurez
donde caen las estrofas que tiemblan en el pulso
en el pequeño frenesí de una tormenta plateada
murmullo preciso de un amor inteligente.



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