Soy solo un tiempo
insaciable de segundos,
me alimento con la hoguera del olvido
con los cuencos impregnados
de ese lapso de muerte o de vida
en el que ser humano es una negación
de las imperfecciones que acompañan
el sufrimiento que supuran de mis heridas,
soy el sol cayéndose en picada
con su luz astillada por el frio
los remordimientos que me ocupan
han desaparecido
al parir la noche una novedosa alborada
soy mientras me niegan
aquellas que serpentearon por mi lecho
o por otros que al tenderles mi endurecida mano
me negaron tres o cientos de veces
ante los desafortunados vacíos al acecho
soy canción en algunas fechas
cuando el único fragmento es el silencio
cuando la luna se embaraza de milagros
entre los terraplenes portentosos de los cielos
espacio alterado por luminarias reflectadas en las sombras
para escribir sobre la tristeza y su anverso
o de las pesadillas afligidas de mis espejos
cubiertos por los incordiosos velos
soy aquel que aún no ha nacido
ni muerto por el error de la
inocencia
astilla que al estallar las
golondrinas
dejaron sin color a la nueva primavera
puede la sabia esperanza contar
sus minutos
pueden los verdes bordes de otros
ojos
entretejer los puntos obscenos de
mi mirada
tanta son las cosas potenciales
tan poca es la vorágine de la
voluntad
que puedo reponerme y volver a ser
el dueño de las tempranas
tempestades
soy el que aún puede
salvar tu fragmentada esencia de
mujer
venciendo todas y cada una de sus
ansiedades.
Roberto Brindisi
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