domingo, 24 de enero de 2010

ME ARDEN LAS MANOS...


Me arden las manos
Después de acariciar
Las planicies de la mañana
Horas en movimiento
Con la claridad de un témpano
O agrisada como ceniza de cigarro

Me arde la mirada
Después de verte andar
Por mis veredas siempre rotas
De baldosas desgarradas
Con luces omnipresentes
Y tus curvas resueltas en mis hojas

Me arden las palabras
Con los verbos incendiados
Debajo de una luna creciente
A través de un ventanal
Construidos con mis letras
Al igual que erigen campos de lavanda
Cuando la brisa ha pasado
Destiñendo los ojos de escarcha
Posados sobre un árbol en flor
Con la noche quitándole paso a paso
La mitad de sus perecidas flores

Me arde la dermis
Por las sensaciones y emociones
Que produce un cuerpo sostenido
Sustentable,
Tan merecedor de ser sometido
Sabedor que los ardores
No son materia desdeñable

Me arde
Cuando la larga oruga
Viaja sobre el monte de tus estaciones
Para penetrarte con la mariposa
Recién nacida en los vagones

Me arde el caminar
O siguiendo en la pobre plataforma
Con el aire yerto
Y un mundo agonizante
Que cabe en tan pocas silabas
Como mis bienes materiales
Contenidos en tu borda
Sobre la arena plena
Con la absurda escritura de los pájaros
Memorias en el aire

Me arde el universo
De amarillo calabaza
En la subida lluvia del azul
Con tus astros sobre mis plazas

Me arde la imaginación
Por la belleza de una flor de papel
Sencilla dentro de un jarrón
Campechana como iglesia rustica
Asi imagino el orgullo de un gato negro
Por haber asustado al viejo gallo
Y reparo en el ardor
Tras el vivir y el soñar,
Esta lo mas importante,
Decía el viejo bardo
Despertar del sueño de la vida

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