martes, 29 de mayo de 2012


EL AMOR A VECES...

A veces el amor
juega a los naipes
en una silla destartalada,
con fulleros de primera,
juega con las cartas viejas
o con otras mas bien nuevas.
Suele pasar que apuesta algo,
muchas veces una guitarra,
los boletos del colectivo,
los huesos de las orquídeas,
algún poema indescifrable
las quimeras de una noche de carnaval
o la ultima puesta del sol
en una ciudad de puerto en arrabal.
El amor anda de tumbo en tumbo
mareado por los dislates
de unas señoronas que no lo entienden,
o de borregos que huelen sexo
que cuando lo nombras se excitan prestamente
pensando en los genitales,
en que contar a sus amigos en la esquina
o a través de sus mensajes de textos
pobre amor confundido con pene o con vagina.
Ha venido a mi ciudad,
ha tocado a mi puerta,
lo he dejado entrar hace dos años
ha tendido su valija asturiana
confundiendo las ropas en el mismo ropero
y una tarde lo encontré mirándome por la ventana,
es que se había marchado a Gijón
por fortuna para mi estaba ya de vuelta.
Muchas veces paseamos por el parque
entre puestos de artesanos y tenderos,
vemos las puestas del sol en Arengreen
detrás de los floreros de la abuela,
otras tantas lo disfrazamos de desnudez
sobre la cama o un sofá de caramelos,
con una alfombra de camello en seducción
donde al apoyar los pies descalzos
suelen hundirse hasta el piso de la soledad
que deja cenizas en esta retirada
como la osamenta del desafecto sin intuición.
Cultivó un beso
en la superficie de mi boca,
sembró arrumacos finamente cincelados
en los bordes finos de mi espalda,
quitó la maleza de mi orfandad
enquistada en lo profundo de mi alma
y con ese paraguas destrozado me protegió
de la lluvia que a veces se cuela por el tejado
hemos encendido la hornalla del espejo,
incinerado los navíos del pasado,
construido nuestra barca de Noe solo en este día,
desafilo las púas de mi cercado
soy poeta con su musa queriendo ir muy lejos.


  


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