jueves, 31 de mayo de 2012


TARDE DE MUJER

Esta tarde
vi pasar volando
una antigua enagua blanca,
se perdió entre unas nubes amplias
apelotonadas en el cielo,
vi una pelota rebotando
contra el murallón de unos versos,
vi que los ojos me crecían
hasta alcanzar el tamaño de una mirada
que tritura cuando quiere
los recuerdos negros de antaño,
vi dibujarme los dedos
con la mano derecha
y entre tanto vuelo rasante
de flores nuevas,
vi clavarse entre el ligustro
los dientes de ajo rosáceo,
que como un animal atroz
se oponía a su encarcelamiento
en el almacén del ultimo lustro.
Vi a mi ciudad en llama
en las primeras horas del día,
cuando las piernas contorneadas
del minerio porteño,
fauna de extraña belleza,
rompe en bullicio estridente
el sollozo de los negros angoleños.
Se que debajo de la nueve de julio
corren ríos de miseria,
camposantos de artefactos antiguos,
testimonios de amores fracasados,
paraíso de mariposas coloridas,
fraseo de músicos en decadencia
que alguna vez ocuparon el Abasto
donde Lucas ostentó el alma de suicida.
Se desgarran los encadenamientos
de minutos que no alcanzan a demoler
al amor después del amor
en esta urbe de tanta furia,
en tanto voy de la esquina de Lavalle
esquivando a los vendedores de baratijas,
las putas aun no han aparecido
ni los personajes siniestros de la noche
tan alejados de mi carrusel y su sortija.
Esta noche
volveré a cobijar tus largas piernas,
a contarte aventuras de mi infancia,
a escucharte nombrar esos tus libros,
quizas en un momento piense
que el paraíso son tus caricias sempiternas.



  

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