viernes, 9 de julio de 2010

EL POETA Y LA VIDA


Abandono sus versos
En el penúltimo vagón de un tren sin destino
Creo que fue un dia antes
A que el angel de la muerte apareciera
Quizo explicarle a un borracho
En un bodegón de mala muerte
Que el amor existe
Aunque las moscas sobre cadáveres insepultos
En tantos Irak, Afganistán o Palestina

Pretendieran refutar su aseveración

Continuo con su predica de profeta mudo
En las iglesias despobladas de sentimientos
Ungido en sacerdote consagrado
Por los descendientes de Maria Magdalena
Señalo que le consta la cuadratura del círculo amoroso
Alli donde la sangre puebla
De ardores los encuentros apasionados

Hombre al fin sin pretensión de santo
Con el sermón nutrido por la lascivia
Comulgo al beodo y a cuanta hembra hubiera
Para empezar a fornicar con las monjas de clausura
Como misionero de agradecidos llantos

Ya no quedaba tiempo
Más que el momento de la lujuria
El que se transforma abrumador en un destiempo
El que detiene los segundos
El que revierte los minutos
El que oxida el andar de las últimas horas
Paralizándolas
Pues mientras hay encuentro carnal
El tiempo se despinta
Como nada existe en el aquí y ahora
Si el amor sin materia importante
Se enseñora en esta madeja de sudor y hambre
De gimotear hasta el alba con cada uno de los orgasmos
Sabiendo que la muerte espera
Ya que la prisa no es su exigencia
Mientras mira y se deleita
Con tanta vida jugada en los abrazos
De desesperados amantes en naufragio
Un juego demente y admirado
Que la entretiene aceptando el aplazo

Ya todo ha terminado
La eyaculación y el final de estas vidas
Nada detendrá la marcha
Sobre el lecho unos papeles avejentados
Que cuentan en idioma antiguo
Que nunca muere un juglar enamorado

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