Tiemblo
En este amanecer,
Cuando las palabras que conozco
Son un festejo cayendo
Con el asombro de los pájaros.
Pienso en la vida,
Se que esta tan sola,
Que a la muerte ya no le va quedando soledad,
Le cercenan la voluntad,
La de creer en ángeles sexuados
O en la palabra que limpia los espejos
Tan simple son las cosas,
Tan compleja la oportunidad,
Que llueven paréntesis allá a lo lejos.
Vaya que mañana
La de este despertar,
Entra la brisa descarnada,
La obligación de seducir,
La neblina de mi mirada,
El no querer compartir con nadie
Mi silenciosa vacuidad.
Leí que mi mujer era una geisha,
Enteramente mía,
Pero me distraje con lo vulgar de ese lapso
Frente a la ambigüedad de tu regazo,
Donde nacen y mueren espermas
De los más variados colores,
Mientras me entregaba
A la fugaz filosofía y el barro,
En tanto las lagrimas adornan mis dolores.
Se que me recreo con las palabras,
Que me doy forma,
Que me esculpo,
Cuando no escribo soy una ausencia
El sexo y la escritura me permiten
Tener forma que se confunde con mi esencia,
Tener la dimensión donde nada tiene norma.
Mi lenguaje es
Como una mano ahuecada,
Llena de agua resecada
Que humedece el paladar,
Llegan las ondas del orgasmo
Curvas, armoniosas, calientes.
Como un ángulo recto indeseado,
Como amanece en tu cama este marasmo
En el que perduran solo los valientes.
Se que solo desnuda da sombra la flor
Imaginando la lámpara hasta encenderla
Que lumbre tiene la misma
Que no comprende que el amor
Busca la arrepentida tabla
En la que aparecemos para entenderla.
Un poema que se va
Por los bordes de mi cuaderno
Será que amarte hoy
Es tan antiguo que supera lo moderno.
Temblamos
En este amanecer,
Y no es incorrecto.
viernes, 14 de octubre de 2011
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