Trazo una raya roja
Al comenzar la mañana,
Como una vena peligrosa,
Como un arsenal de madera,
Pliego esa línea y espero
Que renazca la primavera.
Juego muchas veces
A desalambrar las bibliotecas,
Salta un texto,
Se deshoja un libro,
Te seduzco con un capitulo,
Esgrimiendo al Márquez de Sade
Como anteúltimo pretexto.
Miro triste el horizonte
Como una línea inalcanzable,
Que me destroza la mirada,
Me destiñe escueta la retina,
Y en la ceguera innoble
Me desconsuela el pensar
No volver a ver otra madrugada.
Me pregunto que hacer,
Pienso en la insurrección,
Puedo ver si así lo quiero
La pelvis dorada de una mujer,
Los colores y las letras
De las que hasta ayer he renegado,
Los harapos de las cosas,
Mis dedos pulverizados,
Por no tenerte en esta tarde
Aprisionada en el espejo de las rosas.
Me desentiendo del tiempo
Por entera decisión inapropiada,
Creo que ver como mueren
Las grises espinas de los minutos,
El tallo resquebrajado de las horas,
El residuo del pistillo de estos días,
No me aportan nada,
Solo acrecientan mi vacío
Esa extraña soledad sin armonía.
Ya enfermo de inmortalidad,
De saberme interminable,
Sueño que en un lapso postrero,
Llega el verdor de tus ojos,
Tus labios hechiceros
Y desarman palmo a palmo
Mi inservible infinitud,
Que solo son vestigios en algún cenicero,
Reclamo el amor que me merezco,
Exijo los sentimientos nobles,
Tú presencia a mi solicitud,
Para que desnudos fundemos un enero.
Y todo sirve
Siempre que abra la mirada
Ahora en este espacio
Pinto las sombras
Y las luces de mi enamorada.
jueves, 13 de octubre de 2011
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