Ese que cruza la calle
Solía ser yo,
Claro que nunca por la esquina
Más bien en diagonal,
Trasgrediendo,
Poniendo en peligro mi integridad.
Difícil de entender
Porque uno abandona un cuerpo
Y decide transitar en palabras
Las bondades de los contornos,
Buscando el justo centro,
Manando el agua de los vertederos,
Esos de las plazas,
Esos a punto de oxidarse,
Esos a los que hay que arrancarles las gotas,
Como cuando entero
Lamía el sudor de tu espalda,
Sin calmar nunca mí sed
Viviendo como lo hacen las gaviotas.
Difícil decisión la de mantenerse,
La de no quebrarse,
La de enterrar las penas
Sin que vuelvan a florecer
No solo en los tristes atardeceres
Sino además en algún amanecer.
En este tiempo
De relojes sin horas,
Ni manecillas ni números,
A veces se extraña la insensatez,
La falta de cordura por correr
Metafóricamente detrás de un amor,
Sin llegar a entender
Que nunca seremos los primeros,
Quizás con suerte los anteúltimos,
Porque nunca digo que de esta agua no he de beber.
Decía que ese que se sienta
Sobre mi inmaterialidad
Recuperando mi corporalidad
Ese también suelo ser yo,
Y cuando esto pasa debo llevarme
Hasta cada baldosa de mi pieza,
Ayudarme a quitarme la ropa,
Recostar mi cuerpo en la cama,
Destender la sabana de tu piel,
Acomodarme en tu regazo,
Sabiendo que te quiero y que me amas.
Así que amigo
Habitarme más de un rato
Me sabe a muy aburrido,
Por lo que deshago sin deshacer
Las uniones del tejido
Tomo el te en “Las Violetas”
Y me doy por bien vivido…
No suelo dejar propinas
Más que servilletas de papel
Cosa en verdad muy mezquina.
viernes, 28 de octubre de 2011
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