jueves, 21 de junio de 2012


EL POETA Y EL HOMBRE

El que escribe se detiene,
mira por la ventana,
vuelve a tomar la pluma,
le cuenta a la hoja parda
que el cielo es un rectángulo
que a veces llora sin tantas ganas.
El que escribe
pierde de vivir?
sentado en esa silla incomoda
solo en una habitación
doblegando el furor
con horas extraviadas
garabatea unas letras
por lo general fuera de moda.
El que vive
cuando no escribe
pinta de color apasionado
el cuerpo suave de su amada
hace arabescos en la almohada
toma un libro de una mesa de luz
son veinte poemas de amor
y una canción desesperada.
El poeta se consume
ve que el papel lo convida
a pensar en esa aventura
en medio de señas de fuego
alimentadas por las palabras,
cuenta de una pintura antigua
de ese niño entre los juegos
y una herida que apenas se sutura.
El hombre ama vehemente
con sentidos en repliegue,
la hembra se entrega briosa
con orgasmos diligentes,
así se abre camino la pausa,
el punto se sube a la coma
como un cuerpo se trepa a otro
así el error es hijo de la causa.
Y allí pervive el hombre
sometido a este bardo testarudo
viendo como transcurre el tiempo
con tanto ruido y rutina
buscador incansable de sustantivos
en los cajones viejos de la alacena,
esta laborando en su poesía
en tanto busca lugar para sus adjetivos.
Entre ese hombre y el poeta
hay inconclusa una partida
el tablero de ajedrez espera
seguro ha de ganar la vida.   

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