sábado, 2 de junio de 2012


UN DÍA AMOR

Un día dije:
caerás soledad,
y en tu caída no habrá llanto,
solo el olvido,
no parirás hijos
solo los que ya hayan nacido,
y así devienes en esta tarde
con los amaneceres descoloridos
y la mudez sin sitio,
abriendo algún baúl
callada y sin alarde.
Un día creí oír
a Quevedo que musitaba
me erijo “en besos, no en razones”
y di paso al cuerpo de las flores
en la lejanía de la noche,
cuando tus bordes de mujer
se abrieron a la delicada
urgencia del rocío.
Hubo otro día en que pensé
que el viento no aparecería
pero solo fue una idea peregrina,
que intentó ocultar
las palabras incineradas,
sofocando la furia de tu hoguera
primordial,
que acaricia las llamas ausentes
de nuestros rostros en estas alboradas.
Hubo décadas
que pude confundir con minutos,
en el que nuestro amor
fue lentamente devorado por el espejo,
en una habitación sin pisos
con la intemperie como techo
y unos gladiolos en flor allá a lo lejos.
Hubo un tiempo
sumergido en un arca de cenizas
o en un cofre que guardó las telarañas
donde se inmoló la bestia de la omisión,
sabiendo que nuestra armonía
se nutre de tajos filosos en la memoria,
como una viajera fascinada
en el anden de regreso de esta estación.
Hoy sumo
segundos, décadas, siglos
en el interior de un sueño tuyo,
donde me atrevo a escribir
las estrofas de un poema nuevo,
versos que en su loco arrebato
me dicen que quien inventa el tiempo
es mi estilete
el que decide que vivas,
el que dispone nuestra infinitud en un trato
honradamente disparatado.








   

No hay comentarios: