viernes, 15 de abril de 2011

DIGO TIEMPO, AMOR Y VIDA

Bueno es decirlo,


Pero el tiempo me persigue,

Por momentos me alcanza,

Me invita a tomarnos unos tragos,

Suele conversar en su silencio,

Sobre lo inevitable de esta tarde gris,

De las oscuridades que vio en su devenir,

De algunas alegrías que pintan su carcaza.

Pero el tiempo cuando no se embriaga,

Suele ponerse melancólico,

Se sabe fragmentado a la vez que único,

Se sabe negado o duramente confirmado.

A mí,

En realidad,

Me pasa desapercibido como cuando garúa

En la ciudad poseedora de los destiempos,

Donde la muerte de lo jilgueros no acontece,

Donde hace rato se perdieron lo acoples

De los tangos y milongas arrabaleras,

Orilleras,

En un sur que sigue teniendo el paredón,

La luz del almacén ya no a kerosene,

Mientras espero el instante del olvido,

Ese tiempo tan vacío de sombras

Como tan carente del sentido de las luces,

Tan determinante pero a la vez tan perdido.

El tiempo que me acompaña sin pedirlo,

Me dijo que tal vez se llamara

Solamente María,

Ese presente, regalo en estas horas de mi vida,

Y el tiempo nunca se equivoca,

Aunque muchas veces si,

Pero que importa si ella ya esta aquí,

En esta mesa,

Donde se sirve café cortado con leche fría,

Tan importante como un golpe en Somalia,

O la guerra civil en la lejana Libia,

Nunca, jamás olvidare tu mano tibia,

Cuando el tiempo desnudo de pluma en sus alas

Se detuvo solo para mirar con envidia

Que en su modorra porteña de domingo

Hizo una voltereta inverosímil

Rompió con furia los antiguos relojes

Lo que seria su partida de nacimiento

Mirando como en un sofá que daba a un ventanal

Los besos sumaron momento tras momento.

Ahora, muchacha mía

Pintora y lectora de flores del erotismo,

Consumada ciudadana del mundo del afecto

Te cuento que no quiero despertarme

Y encontrarme dentro de ese lapso sudoroso

Con las viejas lloronas de los velatorios

Las que como en Zorba el griego

Después de fenecido en esa habitación

Se peleen por quedarse con mis nadas

Con la suma de mi ancha indigencia

Con el llanto por mi paga miserable

Reclamando nuevamente cada lagrima

Que confirme mi voluntad de no morir

De vivir hasta la inconciencia

En el mismo muelle, en la misma rada

Cubiertos con las estrellas agujereadas

Abrazados firmemente a nuestra esencia.

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