Quien tuviera la suerte
De ver caer todas las gotas del mar,
De atrapar con una mano los copos de nieve,
De desprenderse un segundo del dolor?
Quien tuviera digo,
La heredad interminable,
Que detrás de un tiempo temprano,
Plegar quisiera los ángulos llanos,
Esos que son desplazados en derredor
Buscando al eterno displicente,
Al enamorado de las formas más extrañas,
De la geometría mancillada de color?
Quien, vuelvo a preguntar,
Sabe cual es el secreto de la parte oculta de la luna,
A la que lance la flecha de mis sustantivos,
La punta aguda de los múltiples adjetivos,
Como escondida se encuentran tus manos
Entre el calor vehemente de mi epidermis,
Entre esas líneas únicas de mi boca,
Las que detienen mis besos impenitentes,
Mientras deslizo mis versos por tus zonas,
A las que liberas en estivales madrugadas,
Cuando desentendido de la premura de los tiempos
Me detengo solo para esperar tu llegada,
Esa que contiene aun la humedad del rocío,
Que en renuncia generosa se da en regar el valle
En cada peregrinaje emanador de la alborada.
Regreso sobre mi pregunta,
Me planteo quien tiene la fortuna,
De saber que a pesar de tantas muertes,
De vivir tanto al filo de la saliente,
Se apropio con prepotencia del destino,
Fijó el rumbo de su embarcación,
No aceptando otro sino que el forjado,
A golpe de versos y de estrofas,
En cada momento de brutal soledad,
Cuando lo más sublime parece deteriorado.
Quien, me interrogo,
Puede encontrarte para dibujar días pertinentes
Si yo no hubiera empezado y seguido
Intentando conocer este que me habita,
O que felizmente me aloja.
Si alcance a encontrarte, estar contigo
Fue porque me descubrí,
Alegrándome compartir conmigo.
viernes, 1 de abril de 2011
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